Miro fotos antiguas de cuando mi hijo tenía unos meses de vida. Era el bebé más bonito que había visto jamás. Era el mío. Mi amor. También era ese bebé que no dejaba de llorar cuando le salían los primeros dientes; estaba intranquilo, la tripita revuelta… No sabía a quién llamar, buscaba opiniones de gente en la misma situación. En la farmacia me orientaron y le dieron una crema que le ayudó a pasar esos malos días. ¡Todavía me acuerdo ahora!
Ojalá hubiera tenido un servicio dental infantil como el que ofrece Ziving para resolver estas y otras muchas dudas que me surgían a medida que mi hijo iba creciendo y su boca se iba formando.
Me preocupaba enfrentar sus problemas dentales cuando ya los tuviera; quería prevenirlos. Saber qué alimentación estropea los dientes, qué hacer para que éstos fueran más fuertes o tener claro a qué edad debía valorar el desarrollo de la boca y su oclusión. En pocas palabras, quería poder confiar en un equipo de profesionales que se hiciera responsable de que mi hijo tuviera una boca sana y bien formada: previniendo, corrigiendo cuando fuese necesario e informándome de qué pasos dar a cada edad, en cada etapa de su infancia.